28 de agosto de 2014

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Hay caminos del laberinto que es mejor no recorrer, preferentemente cuando estas casi llegando al final del recorrido. Un aborto de la naturaleza fue esta oportunidad en la que con cada paso que di fui creando un torrente de ilusiones al costo de aquellas destruidas. Y cada paso que di con fuerza estuvo hecho para romper eso que tuvo cara de sentimiento verdadero. Cada escalón de metro y medio, ya con los músculos desgarrados, sin interesar las moléculas de oxígeno que se necesité y no hubo, no importó. No importó la sensación de los pulmones de estar muriendo y respirar agua. No importó la sensación de mirar para arriba y no ver más que un golpe y oscuridad. La cima esta cada vez más cerca. La gloria explota en mil pedazos y rellena de burbujas las heridas. La vida se asomó como la luz al final del túnel. De los caminos a no recorrer a los caminos recorridos con saltos y fresias en la mano. De los caminos a no recorrer a tener todo un mapa de razones que no puedo morir sin caminar.