6 de abril de 2015

A veces pienso si alguna vez seré lo suficientemenete buena escribiendo como para que algún día vuelvas, con nuestro mundo soñado en tus manos, a llenarme de té los labios y de caricias los pies.

A veces pienso si alguna vez seré lo suficientemente buena en tu recuerdo como para que algún día vuelvas con una canasta llena de nuestras ilusiones hechas realidades para acurrucarme entre las sábanas de tu cama y mirar las estrellas.

A veces pienso si alguna vez habré sido lo suficientemente buena en nuestra historia como para que algún día vuelvas entonando tus melodías preferidas, mientras el sol se esconde cansado y prendido fuego, y me beses a su luz para luego respirar al unísono.

A veces pienso si alguna vez seré lo suficientemente buena como para algún día vuelvas con una valija llena de colores y aromas, preparado y listo para llenarme el alma con tu amor.

Y a veces pienso que nunca fui lo suficientemente buena ni escribiendo, ni en tu recuerdo, ni en nuestra historia, ni para vos. Ahí te anhelo, te echo de menos y me escondo de todo en mi tristeza de formol.

31 de marzo de 2015

Cartas a un escritor VI

30 de Marzo de un año con muchos números.


Querido Compañero,

                                  No sé si notarás que cambié la manera en la que ahora te llamo. Ya no creo que sea necesario llamarte con ese idioma anglosajón y extraño, ahora siento que te identifica más la palabra compañero. La gente muchas veces me pregunta por qué, después de tanto tiempo de no recibir ni un indicio de respuesta tuya, ni siquiera una pista de que recibas éstas cartas... por qué te escribo. La gente pregunta, pregunta y mira, como si uno fuera un bicho raro. A veces los escucho murmurar a mis espaldas, sobre mis zapatos y mis libros. Siempre me critican la rama con la que camino. Así como criticaban tus medias rayadas, con la diferencia de que cuando caminábamos juntos hasta los búhos se estremecían. Avergonzados nos regalaban la bendición de sus ojos amarillos. Quizás al hablar por lo bajo pretenden hacerme sentir que pierdo el tiempo. Como si hacer las cosas que son debidas fueran a hacerle a uno ganar (o ganarle al) tiempo.
                          Hoy te hubiera encantado verme, realmente creo que te hubiera encantado retratarme. De a poco voy encontrando los momentos en los que siento que te tengo tan cerca como lejos, hoy fue uno de esos. Pintando de blanco unos cajones viejos sentí el amor del atardecer escurrirse entre la brocha y los sueños de las nubes de golpe colorearon la base para madera. No tenía otra explicación que la hermosura de un cielo en el que estabas al mismo tiempo tan distante y tan al lado mío. Sin que me lo pidieras me quedé quieta unos instantes, para que pudieras congelar el rojo de mis labios junto con el pelo detrás de mi oreja, en el ángulo que a vos te gusta. Y no sé cómo describírtelo, porque la sensación fue única e irrepetible, fue singular como la irrupción de un delirio, pero de pronto te trasladaste en el hermoso sonido de una guitarra y te entremezclaste en el dolor y la redención de la melodía. Estabas ahí, cantando para mí y mirándome pintar.
                           Gracias por la fresias que dejaste al terminar tu tema, me dormí sonriendo al sol acostada sobre su aroma. Me guardé las más lindas del ramo para ponerlas en las hebillas de mis zapatos, que quedaron salpicados de estrellas blancas (no son como las que cayeron del cielo aquella vez, éstas son mágicas e inigualables, son salpicaduras de brillo estelar), y notas musicales. Espero que mañana al amanecer cuando tenga que darle la segunda mano a esos cajones me acompañes de nuevo con el calor de tu melodía única, que tan solo escucho por vos.


                                                                                                          

Ordenando tus discos de vinilo, 
Sally.

                         

8 de marzo de 2015

          Caminando por aquellas calles minadas de la sombra azul violáceo de los árboles de jacarandá, zigzagueando entre ramas viejas, de tormentas anteriores, fui identificando de a poco ese cordón al que solíamos ir cuando estábamos aburridos. Ahí en ese cordón pintado con cal, blanco casi impoluto, rozado por las marcas de algún neumático inconsciente; era donde sentía en mis oídos,  como la mente de un psicótico en plena implosión mental, tu voz. Las voces, la tuya y la mía, nuestras voces, haciendo sentir al silencio incómodo. 
           Con la suela de mi zapato corrí alguna de las minas que texturaban el cemento, hice un espacio chico pero suficiente, me senté y miré para adelante. Miré la reja de la casa de enfrente que, dura y maciza hacía de fuerte a la casa, siempre preparada para el ataque. Siempre lista, a la defensiva, como si cualquier cadáver que pasara por la puerta fuera a lastimarla, a echarle ácido, a corromperle el alma.
          Con las manos frías toqué las flores caídas, algunas pisadas. Sentí la textura tal como el color, calmo, suave, aterciopelado y enigmático azul violáceo. Maravilloso como pocos. Ahí en ese esplendor del cordón trazado como la soga de un acróbata suicida comenzó a agujerease el cielo, de a poco, cálidamente con el sol. Y con esa belleza que caracteriza a lo sencillo de golpe se sentía la calidez de lo sobrehumano. 
       Cerré los ojos e imaginé tu mano pasar por mi pelo. Abracé mis rodillas para acompañar la tranquilidad de tu tacto. Y sentí la tibieza directamente en el pecho, como el haz de luz de una bala trazante. Se despegaron mis pestañas, no estabas. De la izquierda impactó un viento arremolinado y me corrió por la espalda un escalofrío tétrico. Así se sentía. Tu presencia era tan vana como imaginarla y tan tétrica como suplicarla. ¿Cómo no asistir a ese espacio? ¿Cómo no dejarme acariciar por el espectro alucinante de tu mano?
           La falta: el intento y la falta. La falta como un agujero imposible de rellenar, contaminando la estela de fantasía y de imaginación. Esa falta que se ve en el fondo de ojo, que se nota en lo forzado del brillo. La falta equivalente a la tristeza, se retroalimentan como una pareja de drogadictos, se  carcomen como la violencia cruzada. Forman ese círculo tan paradójico, tan detestable como atrapante, tan catalizador como intrigante. 
           Era claro que el azul violáceo no existe sino como lluvia en la historia de los perros enamorados, que el amor está de luto y encadenado, que la falta te tiene atrapado en un camino roído y alejado, lleno de callejones sin salida, lleno de cercos electrificados. La salida es la incorrecta para ambos y la distancia solamente se acorta en los recuerdos.
           Y sin embargo, te quiero. 

9 de enero de 2015

Mañana me voy a arrepentir, yo sé que mañana me voy a arrepentir. Y me fui, antes de arrepetirme más. Porque prefiero arrepentirme de todos los cigarrillos fumados sin querer fumarlos antes de que una molécula más, desubicada, extraída de su lugar en tiempo y forma, fuera directamente, volara directamente hasta tu boca y mañana me levantara llorando de nuevo, al lado tuyo, sabiendo que allí no era donde debería estar... Aunque fuera donde más lo deseara, aunque tus brazos fueran lo que más añorara, aunque tu respiración en la espalda me hiciera vivir tanto como me dañara colateralmente. Me fui, antes de que en la bronca y el hastío te condenara a que sintieras lo mismo que siento, el dolor y el odio, entremezclados, en una sola bilis. Como me gustaría que no existieras y que simplemente mi corazón muriera en llanto de saber que no existis. Cómo te odio, por dios, cómo te odio.

28 de agosto de 2014

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Hay caminos del laberinto que es mejor no recorrer, preferentemente cuando estas casi llegando al final del recorrido. Un aborto de la naturaleza fue esta oportunidad en la que con cada paso que di fui creando un torrente de ilusiones al costo de aquellas destruidas. Y cada paso que di con fuerza estuvo hecho para romper eso que tuvo cara de sentimiento verdadero. Cada escalón de metro y medio, ya con los músculos desgarrados, sin interesar las moléculas de oxígeno que se necesité y no hubo, no importó. No importó la sensación de los pulmones de estar muriendo y respirar agua. No importó la sensación de mirar para arriba y no ver más que un golpe y oscuridad. La cima esta cada vez más cerca. La gloria explota en mil pedazos y rellena de burbujas las heridas. La vida se asomó como la luz al final del túnel. De los caminos a no recorrer a los caminos recorridos con saltos y fresias en la mano. De los caminos a no recorrer a tener todo un mapa de razones que no puedo morir sin caminar. 

16 de abril de 2014

Pensé que no nos ibamos a rozar más los dedos. Si te tengo que ser sincera, sos de las pocas cosas que más amo en la vida. Porque sos vos, sos mio, sos único. Es la textura, no importa donde sea. Compartís mi soledad, sentado al lado mío. Estando conmigo, aunque no te materialice. Estás en mi cabeza, te formas en frases y párrafos, en poesías y cuentos. Sin vos, no sé qué haría. Cada dedo en una tecla, tarde o temprano, con más o menos tiempo, simplemente fabricando el espacio. Para esto no hay sueño, no hay cansancio. Es la emoción de volver a tocarte, de estar acá volviendo a hacer vivir con cada letra un pedazo mío, con cada interferencia una manifestación inconsciente. Acá estoy, refugiándome de este mundo que no entiendo, que no incorporo. Acá estoy de nuevo, dejando llorar a un par de ojos. Porque las cosas duelen, a su manera, unas más y otras menos. Me duele no entender y que no me de igual. Cuando las cosas no son como uno quiere o le gustaría que fueran, la gente no lucha. La gente se resigna. Y yo no me quiero resignar a que no estén aquellos que quiero que estén. No me quiero resignar a que no exista otra cara por la que observar el lugar. Y no me quiero resignar a que no importe. Porque si no tiene importancia, ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué importancia tiene la vida si no hay a quién escribirle? Se trata de compartir, no es más que eso. De disfrutarlo. Compartir es hermoso, y si el escritor no escribe para ser leído, ¿para qué escribir? Y no se trata de esa clase de importancia, no se trata de rellenarse el pecho de egocentrismo. No se trata de ver cuánto lo necesitan a uno. Se trata de la importancia de sonreír. Pudiendo transmitir felicidad, ¿para qué esconderse con arrogancias? Se trata de compartir y ser feliz. 

Quizás no es lo mejor, quizás no entienda muy bien qué hay acá... Pero qué haría yo sin esa parte de mí que no está acá, sino que está allí donde ni siquiera sabe él que está porque el viento le oculta el humo que sale y revela eso que está allí donde ni siquiera sabe él que está y aloja esa parte de mí que allí está en un tren que se ha ido sin mirar atrás. O quizás en un balcón de Barcelona que le hace de persiana a un par de medias rayadas. Quién sabe. Para mi no daba igual porque me hizo sonreír.







22 de enero de 2014









"Robert: But now that you have it..."
"Francesca: I want to keep it forever. I want to love you the way I do now the rest of my life. Don't you understand... we'll lose it if we leave. I can't make an entire life disappear to start a new one. All I can do is try to hold onto to both. Help me. Help me not lose loving you."









"The Bridges of Madison County"

15 de noviembre de 2013




Extrañar nuestro mundo sabiendo que nunca va a volver, sabiendo que huíste en una nube densa de historias sin final que se desvanecían en el aire como lo nuestro. Sabiendo que el mar arremolinado y caótico de tu penar te arrastró hasta el último segundo, cristalizando tu mirada en un ser ajeno a nosotros. Nosotros te vimos irte. El alma de la persona que yo conocía y yo te observamos irte, como si la vida no fuese ya de por sí demasiado dolorosa. Me di vuelta a "mirarte", a mirar al alma de esa persona que alguna vez conocí, que me devolvió la misma tristeza sin brillo, hasta con aire de perdón, por no poder quedarse. Me soltó la mano y se fue cabizbaja con tu cuerpo lleno de orgullo y ausente de sentido que no se animó a ser mucho más que dos. 

Telepáticamente me comunico con tu alma y lloramos en silencio por tu triste empeño en destruir la magnificencia de un amor a mi ojos imposible de ser más grande. 

13 de noviembre de 2013