17 de abril de 2012

Cartas a un escritor IV

17 de Abril de un año con muchos números.


Dear You,

Después de merodear un rato larguísimo por las cascadas de este pueblo, ayer, mientras veía el sol terminar su jornada, me tiré en el medio de la plaza, al lado de la fuente, tan lejos y tan cerca de aquél banco que te conté lleva tus iniciales. Había sido uno de esos días tan normales como cualquier otro, digamos que el otoño no me deja cumplir con la rutina de las flores en espejo, mis zapatos de hebilla se tornaron un poco secos y crujientes (Creo que tiene que ver con pisar tantas ilusiones hechas hoja), y ya cansada y sin un rumbo me recosté a ver el cielo salpicarse de millones de colores que ya sabemos, manejan tan bien todos esos difuntos pintores que no abandonan su pasión. El atardecer marcó las 18:33 y con eso la brusca ansiedad de esperar ver salir las estrellas, ingenuamente pensé. Viste que en éste pueblo casi nunca llueve, todo el agua que se necesita para refrescar nuestras caras sale de las enormes canillas que despliegan cántaros de moléculas "toboganales". Son los toboganes más largos que vi en mi vida, y ¡nunca desaparecen! Fue de a poco que el cielo empezó a ennegrecer, no como siempre sino en una plena cadena de interminables luces que como serpientes en guerra se enroscaban espasmódicamente. Atrás de cada una sin parar sonaban irreproducibles sonidos, tan poco discretos... la gente empezó a correr. Fue ahí que me extrañé, pensé que tranquilamente podía ser una simple lluvia, como las que hay aquí, pero en realidad no anticipé que era 16 de Abril de éste año con muchos números. Casi instantáneamente comenzaron a caerse pedazos de cielo, sin parar, no podía entender cómo ese cielo que siempre me acompañó a todas partes con su mejor mirada ahora se caía sobre mí, ¡sin siquiera pedirme permiso! Me levanté y di dos o tres saltos, comencé a imitar movimientos de escape, esquivé sin parar los pedazos más chicos, y justo cuando pensé que el refugio frente a ese bombardeo análogo al miedo que sentía era el banco con tus iniciales, el pedazo más grande de todos se incrustó en el medio, lo partió en dos y me dejó sola. De mis zapatos se volaron las pequeñas hojas que a un árbol me hacían sentir, de mi pelo se fue la última flor que el verano había dejado, y parada en medio de miles de escombros de cielo lo único que pude hacer fue correr hasta un árbol de mediana vida, arrodillarme en sus raíces y ver todo despedazarse sin tregua. Confundí mis lágrimas con las gotas de lluvia, supe identificarlas cuando vi la fuente hacerse añicos. Esperé sin descanso hasta que el sol salió nuevamente a trabajar.

Hoy pude ver la materialización de la angustia que sólo pensaba yo sentir, el sol no pudo reflejar nada más que el desastre. la noche se cayó en mil pedazos e hizo del día un manto negro. Hoy pude ver como todos los demás pueblerinos, en el intento de recuperar el suelo de sus sueños comenzaron a tirar de cada uno de los pedazos de cielo, apilándonos en pequeñas torrecitas, formando una infinita cantidad de torres. Fueron de a poco, los más chicos, desencajando las estrellas de las chuchitas de sus perros, de los bancos de las plazas, de los tejados de sus casas de muñecas. Hoy me sentí uno más de ellos y sostuve la ilusión de que estuvieras entre todos preparado para mover pedazos de cielo. Fue inoportuno preguntar por vos pero me pareció paradójicamente la mejor oportunidad, y más allá de los daños que entrecortaban la voz de una de las vecinas que removía del carrousel una de las millones de estrellas que lo estaban incendiando (nunca pensé que pudieran ser tan maléficas), pude entender"que en un tren te fuiste a la ciudad, haciendo humo con tu pipa de marfil". Fue en ese momento que se me congeló la mirada y como si todo fuese una postal del desamparo, contribuí con el otoño transformando mi ilusión en una hoja seca más.


Cosechando un rompecabezas,
Sally.

14 de abril de 2012

wave goodbye

Antes escribía cosas que solían sorprenderme, cosas que ni yo sabía que había adentro mío. Cosas que pensaba podían salir solamente a través de un par de tajos bien profundos, cosas que en el fondo nunca más escuché salir. Ahora escribo en honor a un montón de otras cosas, que siguen insistiendo en salir entrecortadas, algunas buscan trepar con picos por mis cuerdas vocales y otras, descoser los tajos que tanto costó cicatrizar. Hazte a un lado, me dijeron, caminá mirando al cielo. Si habré soñado con ser uno de ellos, ni problemas, ni reproches, solamente es un despliegue de alas while you cry "bye bye".

"El inconsciente es sinsentido, es insensato."

Te presento a Jaques Lacan, mucho menos difícil de entender que yo.

2 de abril de 2012



Escaleritas de merengue, alterna los piecitos, sube, sube, sube, hace un poco más de frío. Pero cada vez es todo más liviano, menos áspero. Se detiene súbitamente para sentir la brisa de un gran tarro de mermelada de cereza, se sorprende al sentir el sabor en la nariz y el aroma en la garganta. Mientras tanto, Zeus toca un bandoneón hecho de quinientas nubes plegadas, y en cada uno de los movimientos, como si fuese una gran chimenea, va produciendo firuletes esponjosos. De golpe, en una sierra, que no era tan distinta a un gran montículo de mariposas en resposo, se sentó cuidando su vestido de colores, y mirando panorámicamente a su alrededor se dio cuena que se estaba comiendo las escaleritas de merengue. Sintió un repentino susto y casi al mismo tiempo se le dibujó una enorme sonrisa... ya no había vuelta atrás. Le dijo "Chau" al mundo real y se dejó caer en el elixir de la libertad.