26 de enero de 2011

Después...¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado, eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz.
Se terminó ésta búsqueda implacable del centro de un aura que no existe. Se terminó la sensación eterna de la división inevitable entre el cielo y el infierno. Pero se terminó no por que no exista sino porque el cansancio es inaguantable, es irreversible. Ni el más remoto lugar puede evitarlo. Ya la dilatación de los pensamientos es sumamente invasora, es tan espesa que mata toda corriente de liberación interna. El embotellamiento es tan intenso, tan frecuente, que todo lo que entra no sale, todo lo que sube no baja y todo lo que hay se revuelve, todo el tiempo, sin cortarse. Me aplasta el silencio... ellos no callan un segundo pero de mi boca no sale nada coherente. No hay una conclusión válida a todo lo que sucede, no se acomodan a modo de encastre, no hay solución química que disuelva el almíbar de tortuosas frases, calcinantes recuerdos y humillantes realidades. Los pensamientos son fibrosos, cómo los músculos de un fuerte oso o tigre, tienen capas y eternos nudos, con filamentos de oro macizo que no se quiebran, no se resquebrajan, no tienen cerradura. No hay escape, se sostienen fuertemente de las manos, se abrazan unos a otros con hipocresía y escaso cariño, se sienten hermanos, unidos en una fuerte horda a favor de la destrucción del poderoso. Lo logran, lo devoran, lo incorporan a cada una de sus cadenas, acoplando nucleótidos a la ya fabricada hélice para generar la peor de las mutaciones: un tumor maligno en forma de corazón. Una vez atacado el centro, restan las extremidades, dejando sana la cabeza para que aprecie, más allá de su abatimiento neuronal, cómo la destrucción de su ser se realiza en pocos minutos.

Causa de fallecimiento: Carcomido por dentro a causa de pensamientos imposibles de procesar.
Suicidio mental.

10 de enero de 2011

Renuncia

Aceptar la realidad duele, duele mucho, y nunca la quise ver. Sin embargo me di cuenta que ya estoy bastante grande para seguir jugando con vendas en los ojos, no queriendo saber nada de lo que pasa a mi alrededor y haciendo como si todo estuviera bien. Antes resultaba fácil, antes si perdía, perdía yo sola. Hoy es distinto y hoy ya dejo de pensar por mí. Tengo miedo, lo admito, es uno de mis estados de cabecera, miedo a equivocarme y miedo a sufrir, pero es más fuerte el miedo a lastimar. Se que está fuera de mi alcance, se que no es algo que pueda controlar... ahí está el punto, es algo que no puedo controlar. Es la bronca de que nada salió como estaba planteado en mis caprichos, es la bronca de que todo tuvo un giro extra que fumigó todo plan B, es la bronca de saber que las garantías ésta vez no me aseguran nada. Es la bronca de que la honestidad nunca sea suficiente pero sí brutal. Nada es como me hubiera gustado que fuera y todo es demasiado para mi atormentada cabeza. Es mucho, no quiero pensar más. Y lagrimeo, como de costumbre, como escape al desastre, como pasaje al descanso, cuando en realidad la única intención que tienen mis ojos cerrados tan fuertemente es la de que todo mi cuerpo levite y escape, huya haciendo que todo se espolvoree con alegría cortando el dolor de su pecho, porque cada vez que creo una imagen mental su sonrisa, lo más preciado de todo, está en manos de otra persona.

No me quería ir a dormir sin antes decirte chau y perdón, no hay más angustia ni Agustina.

3 de enero de 2011

Pandora.

Abro ventana, cierro ventana, abro ventana, cierro ventana, abro ventana, cierro ventana... supongo que hablar no es lo mejor pero nadie me puede sacar la libertad de leerte todas las noches, desde el principio hasta el final, demostrándote que no sos el único que aprendió a leer a una persona.


Agustinita tiene en la cabeza una serie de voces que no dejan de discutir, no es esquizofrénica, no, sólo las aloja porque es buena. Ésta sería una conversación trivial.

Voz número 1: Qué molesta que estoy, qué ganas de gritar. Qué ganas de gritar, qué ganas de gritar, qué ganas de gritar.
Voz número 2: Hacelo.
Voz número 1: No tengo ganas.
Voz número 2: Pero...
Voz número 1: Sí, ya sé, recién dije que tenía ganas, es mi disposición histérica, punto.
Voz número 2: Es que no es de gritar de lo que tenés ganas, es de salir corriendo. Si no fuera porque terminarías en un destino sin sentido, lo harías.
Voz número 1: Y pero, ¿ Qué gracia tiene que el destino tenga un sentido?
Voz número 2: Que tendría la solución al problema que te estás planteando, si te animaras a dejar de hablar conmigo y te sentaras a poner sobre la mesa todo lo que tenés que solucionar hace ya 20 años, llegarías al núcleo de todo esto y por lo tanto todo sería más fácil.
Voz número 1: Vos lo decís como si fuera tan simple, YO soy la que se tiene que poner a pensar todos los problemas que tiene, no vos.
Voz número 2: Sí, pero porque vos gobernas el acceso a la motilidad, no yo.
Voz número 1: Bueno, tengo ganas de estar sola. Fuera.
Voz número 2: Miedosa.
Voz número 1: Sh.
Voz número 2: Seguí así, vas a terminar enredada como una madeja de lana, solamente que nadie te va a querer desenredar.
Voz número 1: ¿No tenés sueño?
Voz número 2: Yo te aviso, nada más.
Voz número 1: Bueno, gracias.
Voz número 2: Adiós, que duermas bien.
Voz número 1: Yo no duermo, sólo pienso. Siempre pienso, me la paso pensando. Creo que eso es lo que me trae más problemas, vivir pensando. Vivo de planes, vivo de estrategias, no lo dejo ser. NUNCA LO DEJÉ SER, no me lo pidan ahora. Es tan complicado hacer que salga todo bien, aunque en realidad es mi obsesión por el control lo que hace que todo se haga tan terrible. Odio pensar, odio la falta de soluciones, odio tener que solucionar todo, odio esta exasperante cualidad que tengo que no me deja vivir en paz si para todo no encuentro un porqué, una salida exacta y perfecta. Me molesta, me pone de mal humor, me saca de quicio, me disminuye la paciencia, me deja en silencio. Logra dejarme sin palabras. Estoy buscando un mapa, si a alguien le sobra alguno para regalarme le paso la dirección de casa.
Voz número 2: Agustina, nunca va a llegar un mapa a tu materia gris.
Voz número 1: Pensé que dormías... Entonces, sigo sosteniendo que la mejor solución a todo esto es escapar. Egoísta.