28 de octubre de 2010


"Y ya que no te encuentro en ningún lado y no está más tu aroma en el viento, no me queda más que recordarte a través de cigarrillos, aniquilantes cigarrillos."

27 de octubre de 2010


"Una representación inconciliable
para la
pobre masa de representaciones
de mi resignado Yo"


Aaaaah, ¿Era eso lo que me querían explicar?
¿Que se terminó?
Ahora entiendo...
¿Me lo puedo saltear este capítulo?

19 de octubre de 2010

Planeemos un suicidio en masa, se pone de vez en cuando irnos todos a la mierda un rato y después... ¿volver?. Nah.

16 de octubre de 2010

Capitales, siete.

- Padre, he pecado.
- Cuéntame, Hija.
- Me invade un odio descomunal, lo siento hirviendo en mis entrañas. No me está haciendo bien, Padre. Creo que ha llegado el punto en el que verdaderamente estoy luchando, casi inhumanamente, conmigo misma para evadir algo que es tan mío como mi propio aliento.
- ¿Qué es lo que odias?
- La competencia, no puedo dejar de pensar en todas ellas.
- ¿Quiénes son ellas?
- ¿Quiénes van a ser? Mis hermanas, ellas. Lidia, con sus hermosos ojos, cautivantes, profundos, llenos de vida, como si pudiera dar a luz a través de ellos a alguien como vuestro señor. Cándida... Dios me libre, es a la que más me duele odiar. Cándida tiene el pelo más hermoso que pude apreciar en lo poco que he vivido, Padre. Usted la ve entrar a la iglesia, todos los domingos, con ese manto de cóbre cayéndole sobre los hombros, como si le estuvieran vertiendo una cascada de esmeraldas sobre la cabeza. Y yo con esto, como si mi madre nunca me hubiera querido concebir, como si hubiera sido un error mismo de la naturaleza.
- Hija, tú sabes que la envidia no te conduce a ningún lado. Detestar a tus hermanas por aquellas virtudes que tu consideras no tener no te hará mejor persona.
- Lo sé Padre, por eso he venido aquí a decirle a usted cómo es que me siento. Es que usted no entiende lo que es vivir en una familia así, mi hogar es casi el mismísimo infier...
- No, no lo nombres, empezar a nombrar las profundidades del mal te llevarán por un camino peor que éste, niña. Tienes que tener cuidado con tu habla.
- Perdón, nunca fue mi intención traer al templo sagrado tal díscolas influencias. Por último, Padre, y con esto creo remover casi la totalidad de mi envidia, tengo que confesarle el anteúltimo de mis peores pecados. Conocerá usted muy bien a Leonor y a su prometido, Antón.
- Sí, Hija.
- Usted va a saber algo que solamente mis sábanas saben al ser invadidas por mis sueños de madrugada. A veces tiemblo, cuando la criada las quita, tiemblo de miedo, mire usted si Luci... digo, ya sabe quién se entrama entre ellas y comienza a develar mis secretos en fonemas escritos con sangre sobre las paredes del zaguán. Estoy enamorada, Padre, estoy enamorada de Antón, y no debo.
- Hija, esto que estás diciendo es muy grave, no puedo siquiera creer cómo te atreves a pensarlo.
- Lo sé. Es una tortura, día a día, pensar que la besa, la abraza y devora, como si fuera un dulce, esos de pastelería de elite. La devora, noche tras noche en su pequeña posada, Padre, y yo, yo estoy del otro lado del mundo, en una habitación fría, con las otras. Somos las otras. Usted no entiende, no ha probado los labios de una mujer, usted ha hecho sus votos y ha prometido ser hombre de un solo cuerpo, de un sólo cáliz. Padre, muero por ser ella y mientras tanto peco con mis pensamientos. ¡Ojalá pudiera hacerlos acciones!
- Hija, ¿qué estás diciendo?
- Disculpe, Padre, pero ¿ve lo difícil que es para mí redimirme a semejante castigo? La tentación me asesina, me carcome por dentro y de noche, de noche me hundo en lágrimas, o mejor dicho, me hundía. Padre, he pecado, no le he contado la verdad.
- Has venido aquí para liberarte de tus pecados, tienes que ser sincera contigo misma.
- Padre yo le dije que estaba siendo invadida por un odio descomunal, casi increíble para mis órganos. Estaba licuándose demasiado en mis venas, siendo parte de cada centímetro de mi cuerpo. Gritaba adentro mío, sin cesar un segundo, todo el día. Fue ayer que en las cuatro paredes escamosas de mi baño sucumbí ante él. Comencé a gritar, como si estuviera poseída, odio la competencia, Padre, y no lo puedo evitar. Salí de esa habitación con los ojos como los de Lidia, solamente que más negros, como un pantano, invadidos de sangre. Sostuve una cuchilla vieja de mi padre todo el tiempo, oxidada, no merecían más. Gritaron las tres, de una vez por todas gritaron mi nombre, y yo que creía que no lo sabían. Y ahí, cuando Lidia no tenía más ojos, Cándida había perdido su cuero cabelludo y yo sostenía el anillo de Leonor que lleva grabado "Antón" en su interior, pude decirles que las amaba.

10 de octubre de 2010

Feliz día del amigo

Mirá como se te escurre la noche en un papel vacío, dónde antes depositabas más letras que lágrimas pero hoy, hoy no te quedan grafemas para poder expresar nada de todo lo que ya dijiste. Se va todo, como si nunca hubiera existido, desaparecen como si fueran nadie, entraste en mi vida y hoy te vas como si fueras nadie, si tu espacio era al lado mío y hacíamos así un aura de armonía. Cuánto extraño saber que me querías, pensé que ibas a estar toda la vida atrás mío ayudándome. No puedo digerir la decepción. Ya no debes ni leerme, ya ni siquiera debo estar en tu memoria. Es fantástica la vida desde este balcón, mejor era cuando el viento y tu voz se hacían uno. Si en algún momento hubiera sabido que iba a existir un último "te amo" proveniente de tu boca hubiera estado más atenta y no hubiera dejado pasar por innecesarios tantos "yo también". Y mirá ahora todo lo que no somos. El hilo que solía ser mi vida ahora tiene un nudo, fuerte y duro ahí en el medio, que se hizo en el momento en el que decidiste apartarte. Tantas veces intenté recuperarte que perdí la cuenta. Es como si hicieras conmigo lo que ella hizo con vos, pero yo nunca te haría lo que hicieron conmigo, dos veces.