15 de octubre de 2013






Tantas veces pagaría millones por teletransporarme. Juro que millones por tan sólo un rato de esa felicidad. 










12 de octubre de 2013






La descarga eléctrica de pánico surge de pensar que todo puede retomar su curso normal y enfrentar cara a cara a aquél diablo enmascarado que tomó guarda prestada de mi alma. No es miedo, es pánico. Angustia que resquebraja todo lo logrado con la sensación de una vulnerabilidad que me corrompe los poros, como si fuera mi propia enemiga. Imposible no sentir el calor que aflora, como si estuviera en un cuarto hermético prendido fuego, que asfixia (el yo es un yo corporal). Burocráticamente la ayuda quedó eliminada del planeta tierra, ni siquiera vale la pena intentar pedirla. Tramitar un intento de ayuda es, directamente, regalarle el alma. La cofradía pactada con tanta impunidad no deja otra resolución que extirpar cualquier relación con el infierno a través del retraimiento. 



No hay hilos de esperanza que destruyan ni el más mínimo rencor,
"entre dos tierras éstas y no dejas aire que respirar." 

3 de octubre de 2013






Quizás sin darme cuenta de pronto estoy llorando, porque de todas las etapas que pueden existir siento estar en la peor. Porque a medida que pasa el tiempo ya no queda otra opción que aceptar que ese camino no es más el camino a recorrer, por más deseado y necesitado que sea. Tanto esfuerzo puesto en demostrar que no era esa yo, yo soy otra. Yo no era tus palabras, yo tenía tanto. Me había preparado con tanto. No hay otra sensación que bronca y las lágrimas que se caen por su propio peso porque la realidad es que ni fuerza hago. Yo no elegí sentir lo que sentí, pero si no hubiera sido por ese sentimiento que hoy me corta sin importarle nada cuan lacerado ya esté mi corazón nunca hubiera intentado tanto convencerte de lo equivocado que estabas. Me da bronca sentir. En este momento odio sentir y me encantaría que se muera, ya.