3 de agosto de 2010

Piropo de subte.

¿Qué esperas capturar a través de ese par de tijeras? No hay nada que puedas hacer, guardate las ganas de fumigar tu vida con ese aroma a galleta recién hecha. Se esfumó la manera de encontrarse tu alma con la mía, más de un millón de veces encontré granos de arena que si hubiera guardado, hoy en día, podría haber hecho un cofre sólo para guardar el aire de madrugada. Pero no hay ni siquiera eso, por que ya no amanece, no se muestra, no me deja ver. Y te preguntarás que hago allá a lo lejos observando todo, igualmente, si ya no me interesa, pues, en realidad... Siempre odie los finales abiertos. Yo encuentro lo nuevo cuando entiendo el final de lo anterior, cuando se cae el telón y la obra se termina, cuando salís de atrás de la hojarasca no siendo nadie más que un fugaz soldado de vida. Y ya en ese momento, me mirás y yo te puedo desviar la mirada, sin ningún tipo de problema. Ya no tengo ojos para vos. Complicado, pero es pura realidad que la vida te cambia los anteojos de vez en cuando y te cuelga collares de rosas para cambiarte el aroma amargo del dolor. Y cuando estás así, adornado, como si fuera una manía de lo inconsciente, parece que estuvieras tan vuelto a la salida que hasta te olvidas lo aprendido. Quedan suficientes paredes todavía para que te pegues la cabeza, si es lo que estás buscando. Y mientras tanto, la vida sigue, llena de ultrajantes pedazos de sábanas rotas que esperan que las unas y les des tu mayor dedicación. No hay ganas señor, no hay ganas.

A.D

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