24 de septiembre de 2011





Ella amaba recorrerle la espalda a besos, le gustaba cómo su piel se volvía como una cerca eléctrica, por eso siempre que dormían juntos, aunque fuese una vez cada tanto, ella le pedía que él se acomodara de costado, dándole la espalda, para que pudiera dejar encastrar su dócil cuerpo con el de él en una especie de forma de rayo y así besarle la espalda desnuda, concentrándose especialmente en su eje central para que así sintiera la descarga directo sobre su médula. Rodeándolo con sus brazos desde atrás le fascinaba enredar sus dedos llenos de anillos entre aquellas falanges que en su conjunto hacían una gran mano que era ideal para sentirse contenida.

La mágica escencia de la tibieza de sus labios hizo que él empezara a adormecerse y ella lo notó por cómo su mano iba perdiendo fuerza y mientras él cerraba los ojos ella podía escuchar cómo la clave de sol acostada dentro del trébol proyectaba un pentagrama que silbaba una seguidilla de "Te amo" en fa sostenido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario