2 de abril de 2012



Escaleritas de merengue, alterna los piecitos, sube, sube, sube, hace un poco más de frío. Pero cada vez es todo más liviano, menos áspero. Se detiene súbitamente para sentir la brisa de un gran tarro de mermelada de cereza, se sorprende al sentir el sabor en la nariz y el aroma en la garganta. Mientras tanto, Zeus toca un bandoneón hecho de quinientas nubes plegadas, y en cada uno de los movimientos, como si fuese una gran chimenea, va produciendo firuletes esponjosos. De golpe, en una sierra, que no era tan distinta a un gran montículo de mariposas en resposo, se sentó cuidando su vestido de colores, y mirando panorámicamente a su alrededor se dio cuena que se estaba comiendo las escaleritas de merengue. Sintió un repentino susto y casi al mismo tiempo se le dibujó una enorme sonrisa... ya no había vuelta atrás. Le dijo "Chau" al mundo real y se dejó caer en el elixir de la libertad.

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