23 de septiembre de 2013



Y así, como todo, duele. Con una sensación que detona en cada célula que me recorre. Con un calor ácido en el pecho, como si tuviera clavado un cuchillo hirviendo y podrido en el lado izquierdo del tórax. Porque el Yo, ante todo, es un Yo corporal. Cada pesamiento se termina traduciendo al cuerpo, la angustia es como un rollo de alambre de púas. ¿Cómo no va a doler? Si yo no soy de hierro. Ayer era una presión, hoy quema, quema literalmente. Como un incendio. Mi corazón y yo queremos olvidar el sabor de la falta tatuado en el alma.









"A house still doesn't make a home"

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