14 de febrero de 2011

Cansada, bastante. Triste, un poco. Resignada, lo suficiente. Ausencia. Se manifiesta en la mirada. La clave de la ausencia verdadera es que pase desapercibida, nadie interviene en la ausencia de esencia cuando ésta no se expresa en lo físico sino que se oculta detrás del nervio óptico y se libera a cuenta gotas por el lagrimal. Cuesta mucho entender cómo está compuesto el sistema interno de organización a partir de una escala de valores. Tengo la sensación de que nacemos como un bloque perfecto, macizo. No hay encastre por que no hay ruptura. Los valores no flaquean, no quiebran ante el exterior, ante el contexto. La organización interna es perfecta. Tarde o temprano la presión del contexto penetra las capas más externas del ayer y desbaratan la perfección del continente. El hoy sí presenta grietas y rupturas, con placas tectónicas que cada vez se separan más y comienzan a virar chocando en ángulos dónde los cantos ya no coinciden. Claramente el rompecabezas no encaja. El hoy se dibuja de manera extraña, con trazados débiles, con valores extraños. No figura un aire de naturaleza brillante ni extrema tranquilidad. A partir de ahora son formas psicodélicas y movedizas, con interminables vaivenes que hacen que todo sea extremadamente difíciles de amarrar. No encuentro las conexiones entre los polos. No tengo más ganas de escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario