18 de febrero de 2011

Libertad, libertad, libertad.

Hace varios días que las únicas frases que encuentro para todo lo que sucede en mi interior como una especie de tortura mística son: "Ya lo sé", "Y ahora... ¿qué carajo hago?", "Ya fue, armo las valijas y me voy a la chota", "Me cago en la puta", "Ya fué, se van todos a la puta madre que los parió."

Bien, entre esas frases se observa CLARAMENTE que ninguna porta una solución indicada. Digamos que la piba se pasa gran parte del tiempo pensando en el baño (sí, para pensar me encierro en el baño de vez en cuando) y cuando traspasa la puerta es como si hubiera un láser asesino-robapensamientos que me quita todo lo que había logrado establecer en el cubículo de la racionalidad. No está bueno que te roben los pensamientos, escuchame una cosa, me lleva varias horas desarmar la madeja y poner todos los hilos, ordenaditos de mayor a menor, para que cuando traspaso el umbral o pido la opinión del Pato Donald se junte todo de vuelta, ésta vez pegado con la gotita y enredado a tal punto que ya está para tirar a la mierda. Y todo marea, no es tan fácil agarrar y decir 'dale, hagamos ésto'... Andá y hacelo vos que te resulta tan fácil manejar todo como se te canta el orto. Me están cagando a patadas en el culo y no sé que mierda hacer. Y a mi Psicóloga le dije "Me cansé de hablar del tema, hablemos del invierno, me gusta mucho el invierno porque puedo usar tapados y gorros..."

Te gusta el invierno porque de acá al invierno faltan unos cinco meses, en cinco meses las cosas las vas a tener solucionadas, los parciales te van a comer la cabeza, y todo ese resto que te rodea va a estar en casi uno de los últimos estantes en tu puta escala de valores. Una vez más, la tierra bajo la alfombra.

"¿Sabés lo que pasa?... es que tengo miedo a equivocarme..."

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