2 de agosto de 2011



Que te caiga aceite hirviendo en los ojos, que te arranquen uno a uno los dientes, que te rasuren las pestañas con un vidrio roto y que te ahorquen el corazón con tus propias venas. Que el aire sea un torrente de clavos oxidados, que el agua sea ácido sulfúrico, que lo único que escuches sean gritos de hombres torturados, que tu libertad sea un billete de lotería y lo que se elijan sean letras y no números, que dormir sea un vacío y que sólo se escuche el latir de la hinchada vena de tu frente por estar colgado cabeza para abajo. Que tus únicos baños sean escupitajos de mujeres con leucemia, que tu vida sea un abanico de cuchillos que lancen un millón de psicópatas.

Ojalá tu muerte sea en realidad tu renacer.



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