15 de agosto de 2011


Todos los "te extraño" que grito se los lleva el viento y tengo miedo que esas ráfagas no te lleguen nunca. Mi alma se olvidó de respirar y se encerró para siempre en un cofre color café. Mis venas tienen un color negro que traspasa ya la piel, pareciera que quisieran respirar, le reclaman al mundo una dosis de adrenalina que acelere el corazón, suba la presión, libere grasas y azúcares que agiten la capacidad muscular permitiéndole así pararse y dejar de oler y sentir la textura de su paisaje inmediato, la ceniza de un millón de cigarrillos apagados. Buscan oxígeno, buscan la reactivación de millones de glóbulos rojos que se petrificaron y no lucharon por más. Busca que le den un respiro, tan sólo un respiro que le de fuerzas para continuar.



Desde arriba se la ve, sola en un cuarto casi oscuro, que en una esquina llora y tiñe de rojo un haz de luz.


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