12 de julio de 2010

Casi un año

Bien, ya no sé en qué parte de mí estás. No te interpreto ni te leo en la piel. No dejaste huella profunda, no te me calaste en los huesos, no te me licuaste en la sangre, no te tengo hoy como pensé que te iba a necesitar tener. Y es raro, porque te miro y te veo ordinario, te veo del montón, mediocre, insulso, uno más. Ayer eras el magnate, el increíble, captador de todo lo hermoso de este mundo, irreal, imposible para mí. Pero te achicaste, te volviste insignificante para mi mundo, te caíste en un pozo eterno donde te enterraste con tus propias palabras. Porque cada palabra es indispensable, cada parte de tu discurso es tomado en cuenta, cada parte de tu habla es evaluada. Y cambiaste el diccionario, ya no expresas las palabras que te hacía decir ese corazón altanero. Ahora es pura calamidad. Ahora es una escala de grises, sin valores algunos. Hoy me expresas lo mismo que hace un año solamente que habiendo cambiado el destino de tu pulsión. Fracaso, tu corazón fue y sufrió un fracaso de lo que creía de mí y el mío, el mío sufrió la desilusión de lo que pensó esperar del tuyo. Fabricamos un mundo de expectativas esperando que saldaran una vieja herida cuando en realidad nunca entendimos que no hay pincelada de amor que cure el vano esfuerzo por la intocable recompensa que pensábamos merecer.

A.D

No hay comentarios:

Publicar un comentario