19 de julio de 2010

Cianuro

Es raro, tengo muchas cosas para decirte y a la vez nada, pero te escribo, como único escape, sabiendo que quizá nunca contestes, solamente para sentir que en algún momento de tu vida te vas a tomar cinco minutos para leerlo.
No te das una idea lo extraño que es lo que siento, es completamente ambiguo, podría decir que tengo el corazón dividido en dos. Por un lado, te tengo adentro, metido como si fueras mi propia vida, amándote más que a mi misma, sabiendo que daría una y mil veces mi respiración por vos. Deseándote desde lo más profundo, sintiendo sin parar, necesitando verte, buscándote en cada molécula de aire, intentando volver a encontrarte.
La otra mitad te odia, te odia profundamente, por haberte ido así, sin decir nada... solamente mirando perdidamente a la nada y refugiándote en el silencio. Te odia por haber pensado que eras diferente, que eras alguien verdaderamente, te odia por haberme hecho creer que YO era alguien en tu vida, esta absolutamente decepcionada de lo que fue todo, por que se aferró a algo que creyó puro y verdadero, sincero y desde el alma, casi imperdible y eterno. Pero te odia por haber perdido ese brillo en los ojos al mirarme, por meterme en el montón y dejar de valorarme, por haberme descartado absolutamente, haciéndome chiquitita y sin sentido. Te odia por que soñó una y mil veces con disfrutar al lado tuyo años de felicidad, porque te creyó lo suficientemente valiente y razonable como para luchar por amor. Pensó que en esos ojos se iba a poder refugiar sin medida alguna, alejándose de todo lo que le podría llegar a hacer mal y sabiendo que ibas a dar todo contal de que se sintiese un poco mejor. Soñé mucho con cada uno de tus te quiero, con cada te amo y con cada abrazo, pensando que siempre te iba a escuchar decirlo de la misma manera que me lo decías mirándome a los ojos. Y te fuiste. Y ya cuando me pongo a pensar en vos... me quedo callada. No me nace hablar, no me nace llorar, no me nace reír ni hacer nada. Me quedo acostada en la cama pensando que una caricia tuya me podría cambiar el mundo. Y te odio por dejarme atrás, por negarme lo lindo que compartías conmigo, te detesto por haberte ido así, tan así. Y te llevaste un pedazo de mí, por ahora, hasta que te hayas ido del todo y no seas más que un extraño y raro recuerdo. Pero me robaste la sonrisa. Te la llevaste. Quién hubiera dicho que ibas a ser tan importante. Es así, cuando me imagines no pienses en llantos desconsolados ni en broncas incontenibles, me dejaste en un vacío puro, intocable, increíble, donde predomina el silencio y la falta de palabras. Me dejaste sin palabras, entre ellas se fueron mis ganas. Quién te culpa, si en realidad no hiciste nada más que romper un corazón, todo el mundo lo hace, todos son impunes. Solamente que yo esperé que me hicieras feliz con lo poco que siempre me faltó, con la atención. Esperé solamente que me vieras de entre el montón, que me sacaras del resto, que me destacaras por quién soy. Que en vez de reprocharme por ser tan simple, me admiraras por lo clásico. Pero no fui para vos, aparentemente, no soy para vos. Y como hace un año atrás te estaba escribiendo para decirte que te estabas convirtiendo en alguien importantísimo para mí, hoy te estoy dejando ir, a dónde, no sé. Solamente te estoy dejando ser libre para que ocupes tu vida con lo que quieras y no tengas que desperdiciar tu tiempo en alguien en vano. Ojalá algún día, cuando pase el tiempo, te des cuenta de lo mucho que te dí, de todo lo que arriesgué por hacerte feliz y de las mil y una cosas que hubiera hecho con tal de hacerte sonreír. Porque hace un año atrás tenía miedo de quererte y hoy tengo miedo de no poder dejar de hacerlo. Ojalá que no quieras volverte absolutamente nadie en mi vida, ojalá.

A.D

No hay comentarios:

Publicar un comentario