1 de julio de 2010

Estancia de olvido

Quiero que seas espeso como sangre coagulada y que me cubras los ojos como jalea de anís. Tirano de cielo, devolveme todas las estrellas que te llevaste esa noche fría de Julio en la que me vaciaste el pecho mirándome directo a los ojos y me sonreíste con diamantes alrededor de tu lengua, sabiendo que yo no te iba a alcanzar nunca, poniéndome clavos en los pies para que cada salto sea un grito y cada grito tu fortuna. Yo también, mucho. Gran frase pasa este tan vacío y desperdiciado momento en el que se mueren tantas golondrinas en un intento de ser libres sin plan B. Famoso el camino a recorrer sin soga que te sostenga, caminando sobre una viga cambiante y austera que te genera miedo sin saber bien para qué lado inclinar tu tristeza. Son conjuntos de sonrisas que están al abrir una puerta macabra sin picaporte, de ellas se despide el hediondo aroma de la despedida de César. Sabiendo en realidad que detrás de los anteojos de ese misterioso ciego no hay nada más que soledad en un blanco brillo. Cae la brisa en un tarro de mermelada vacío, sin tapa ni fondo.

A.D

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