20 de noviembre de 2010

Limbo

Se derrite como caramelo de seda, se esfuma como humo de sal y se pega como sangre de monarca. ¿Qué es lo que te enferma? Sube, salteando escalones y entrepisos, no hay tiempo para descansos, no hay tiempo para mirar las estrellas. Todo pasa mientras estás atado a esa cama, esa que carece de colchón y te clava sus resortes que no tienen su punta limada. Estás erosionando el filo con tu espalda. Y sobre ellos caen gotas de sangre, como ácido que no los derrite porque sigue clavándose cada vez más adentro, despacio, sin cesar. Es linda la manera en la que tu pecho ve salir cada uno de ellos como un truco de magia con sables mal hecho.

Te reís, no hay otra salida.



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