Antes que a las arañas, cucarachas, palomas, personas, enanos, encierros, antes que a la soledad, a la muerte, a la vida, a la decepción, a la falta de sueños, al insomnio, a la calle, a los muertos, a los fantasmas, a los perros... más que a todo lo que uno suele temer, a aquellas fobias cotidianas que marcan personalidades y agrupan seres humanos por cualidades parecidas, le temo a algo que siento bastante lejos pero que desde adentro me acecha bastante cerca. Siempre tuve miedo a dejar de sonreír y perder para siempre la capacidad de considerar algo lo suficientemente valioso como para dejar de lado lo triste y espeso del azar.
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