29 de diciembre de 2010

Ésta vez me costó mucho sentarme a dejar salir la chorrera de palabras que generalmente sale por disposición innata. Supongo que cuesta porque ya no sé mucho qué decir sobre nada. Pero me senté, y miré como siempre el espacio en blanco, como si fuera el reflejo de mi vacío y así, de a poco, sacando del bolsillo un pincel quebrado me pongo a garabatear tal cual hace Dios con el humo de su cigarrillo, creando nubes. Es difícil hacer que esto suene neutro, supongo que su interpretación no va a ser para nada objetiva, pero voy a hacer todo lo posible para no expresar cosas erróneas. Todo es raro, es como si estuviera compuesta por una estantería llena de frascos pero no pudiera guardar lo que me pudre por dentro en ninguno de ellos. Francamente, a medida que pasa el tiempo menos me esfuerzo en saber dónde va ese polvo, es un caminar ciego, sordo y casi mudo. Qué le voy a hacer, si pudiera saber con cuántos muros me voy a romper la cabeza antes de morir me hubiese comprado un casco hace mucho tiempo. Igual lo compenso, soy bastante cabeza dura... y caprichosa también, eso duplica el número de muros.

Okey, actualicé la página sin querer. Le agradezco señor Blog por considerar valioso mi escrito y haberlo guardado en su súper memoria. No lo haga siempre, hay ciertas cosas que es mejor olvidarlas.

Estaba en que era cabezadura, caprichosa... y recién me di cuenta que estaba hablando sola, en voz baja. Tengo problemas, lo sé, mi psicóloga no me lo dice, pero lo intuyo con ciertas caras y preguntas extrañas de su parte. Me sorprende fuertemente la gran actividad neuronal que aloja mi cerebro, me considero un ser "sobre-pensante". Voy a empezar a usar ese término, aunque le agregaría un paréntesis que dijera (al pedo). Lo divertido de ser un ser Sobre-pensante es que es una buena excusa para comprar ciertas idioteces que uno, al menos que sea un hippie o un amante de la aromaterapia, no compra generalmente. Fui a la feria el otro día, de casualidad con Flor Pé (entre nos), y compré tres paquetes de sahumerios. Con uno bastaba, pero por tres hacían precio. Todos sabemos que nunca prendo un sahumerio... y todos sabemos que por prender uno con olor a magnolia no va a llegar la buena onda a la casa ni la paz a mi cabeza. Pero bueno, con probar no cuesta nada. Si bueno, no me cae bien esa frase.

Siempre me quejé por estar de ese lado, de ser la pobre atropellada por tener una mala mano (de cartas, se sobreentiende) pero dar una mala mano, ser una mala pasada no es algo que me haga sentir mejor. No tener el chicle de menta reglamentario tampoco me hace sentir mejor.

Qué se yo, la vida.

"Escrito carente de absoluto sentido, catarsis online."







(y encima no lo podemos discutir... ya no tiene sentido ni siquiera escribir)

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