3 de junio de 2011





Te acariciaría hasta que se me derritan las yemas de los dedos, mi calor haga esfumar tu piel y mis ásperos huesos se encuentren con lo suave de tus órganos. No ejercería fuerza para lastimarte ni intentaría perforar las paredes de tu interior, controlaría mi esencia, haría de mí un cúmulo de represiones solamente por verte sonreír. Te mimaría hasta que la muerte depare mi cansancio y también detenga tu corazón, justo en el exacto momento en el que de mi boca se escapa un "te amo" que penetra tu oído y llena tu alma, dejándonos descansar en paz.




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