30 de junio de 2011

underground



Increíbles ganas de llorar desata un espejo que me muestra que lo que quiero ser está a mil kilometros recién de una línea que ni siquiera existe. Pensé en hacer un círculo alrededor mío con alcohol y prenderlo fuego con una lágrima para morirme quemada por mi propio llanto. Pensé en rebanarme de a poco todo aquello que no quiero más en mí con una tijera de mango rosa. Pensé en morirme cayendo sobre muchos cuchillos dispuestos verticalmente como un gran campo de acero inoxidable.


Opté por entrar a la cama, cerrar lo ojos y humeceder otro tanto la almohada,
sin dejar de inventar intentos de suicidio.



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