Te das cuenta que cuando te privas de amar en realidad no conseguís otra cosa que eso y nada más. Hay excesivas cosas en esta vida que nos hacen sentir bien, al igual que demasiadas que nos hacen sentir mal. Pero de aquellas que nos hacen sentir incompletos yo creo que conozco una sola. Simplemente te quita un pedazo saber que no te corresponden. Es feo, es doloroso y te ata. Te ata porque en realidad vos te atas. Nadie más que vos, te condenas a sentir en falta. Liquidando todos tus sentidos, asesinando todos tus pensamientos, quitándote todas las esperanzas. Amar en falta es una de las peores condenas que sufren todos los seres humanos. Cuando amas tanto, en ese nivel en el que no necesitas nada más que vivir para eso, para levantarte todas las mañanas sabiendo que sigue ahí, que está solamente para que vos seas feliz. Que se mantiene firme, disfrutando de tu amor, y que vos te mantenés firme, disfrutando que amas. Es el sentimiento más maravilloso, por no decir que es el más lindo del mundo. Caes en un simple tobogán interminable, en el que te invaden doscientas mil mariposas que te elevan en un mar de colores, sabiendo que te sumergiste sin salvavidas porque no tenés miedo a ahogarte. Anhelas ahogarte, anhelas morirte ahogado por eso. Te vuela la cabeza, cada uno de los protagonistas de tus pensamientos no son más quienes eran, son nada más y nada menos que esa persona, esa única persona que te está haciendo sentir ese único sentimiento. De eso se trata, de encontrar a esa persona que te es única, su pelo, su piel, sus ojos, sobre todo sus ojos, su corazón te es único. Huís de todo lo que te aparta, porque simplemente no hay nada más lindo. Puro, real, intenso, obsesivo, total. Le pedís que te viva, vivime. Vivime sin parar, no dejes de hacerlo nunca, porque eso es lo único que me hace vivir. Crece como un pimpollo, despacito, sin entender mucho lo que le espera, se abre, de a poco, intentando no deslumbrar demasiado, y cuando se termina de abrir es la flor más hermosa, es increíble, y ahí ya no le da vergüenza deslumbrar, ya no le interesa lo que opinen de ella, ya logro ser la más buscada y le queda disfrutar sus días en los que tiene los pétalos a flor de piel, y que se sienten como piel, suaves, dulces y delicados. Y llega el momento en el que los pétalos se caen uno a uno, de a poco, despacio, sin razón. Se van cayendo, se van despedazando, y no vuelven, no se levantan. Y la flor ya empieza a perder fuerza, se empieza a doblar su tallo, se ennegrece, se deshidrata. Pende de un pétalo, pende de un movimiento, y es la más frágil, ahora somos lo más débil. Y todo en ese momento fue inamovible, parecía irreal, pero lo era, lo fue. Todo en ese momento fue todo. ¿Y hoy? ¿Porqué me doles tanto?
A.D.
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