25 de junio de 2010

Hablemos de sensaciones lindas

Entre toda la cantidad de estímulos que nos rodean cotidianamente, algunos más seguido que otros, encontramos una serie de ellos que se están caracterizados universalmente por generar ese placer tan incomparable, que te llena de paz y te dibuja una sonrisa. Este va a ser un relato abierto a opiniones, dado a que cada estímulo repercute de diferente manera sobre los organismos, aunque si hablamos de sensaciones placenteras, para mí, la gran mayoría nos engloba como masa, cosa que pocos elementos de este mundo pueden hacer. Dado a que recién me tome un café con leche y lo acompañé con una "Tita" la golosina, a mi gusto, más rica de toda mi infancia me dedico, solo por hoy, a hacer un racconto de todas aquellas cosas que a mí me hacen sentir bien. Recordemos, Agustina, un poco a ver qué cosas son para vos lo más lindo del mundo.
Para empezar y debo decir, acompañada por este frío de invierno, que una de las sensaciones más lindas que vivo todas las noches es la de meterme en la cama que al principio está fría pero después se torna calentita y acogedora, sentir el peso de las cuatro frazadas con las que duermo, taparme hasta el cuello, acomodarme de costado y no dejar que entre ninguna ráfaga de nada que sea frío.
Sensació
n número dos: estar caminando en verano, con ese calor avasallante que no te deja pensar y llegar a tu casa, tu refugio de los rayos ultravioletas que te estaban asesinando las neuronas, abrir la heladera, agarrar el vaso más grande que tenés, ponerle hielos y servirte tu gaseosa preferida, tomar el sorbo más grande que permita tu sistema digestivo y decir "Aaaah".
Sensación número tres: Tenés la cabeza llena de pensamientos INSOPORTABLES, no te aguantas más, caminaste por toda tu casa pensando qué carajo hacer para distraerte. Prendés el equipo de música, que siempre te espera paciente, pones el cd, pent-drive, cassette, con tu música dotada con el poder de transportarte, apagas todas las luces, primer tema, volumen máximo, y a gritar hasta quedarte sin garganta.
Sensación número cuatro: La ducha, meterte a bañar y dejar que te caiga el agua caliente en la nuca es una de las mejores sensaciones que sentí en mi vida. O cuando tenés mucho calor y abrís el agua y dejas que te corra entre los dedos, bien fría.
Sensación número cinco: Sos chico, estás en un lugar con mucha gente y de golpe la mano de tu mamá que tenías al lado desapareció. Empezás a mirar para todos lados pero no recibís nada más que extraños, extraños que cada vez se juntan más y te acortan más la vista. Ninguno tiene la cara de tu mamá hasta que en un momento, cuando estás empezando a caminar entre la gente escuchas "Agustina... Agustina!" y la ves, la ves ahí que te está esperando, que se dio vuelta para buscarte y corrés antes de que se la lleve el viento de vuelta. Encontrar a mamá es lo más lindo.
Sensación número seis: Estas con tu mejor amigo que te dice vamos a andar, empezás a caminar y miras alrededor todo diferente, como si la vida tuviera otro color, porque te dan la oportunidad de reflexionar un rato y de saber que por ese ratito, nada del otro lado de la calle te va a molestar, nada del otro lado del mundo te puede perturbar, estás al lado de tu mejor amigo que te está diciendo "vamos a caminar", sin rumbo, sin destino, solamente a deambular. Te sentís libre y nada más.
Sensación número siete: El viento en la cara, no hay nada más lindo que el viento en la cara.
Sensación número ocho: Buscar la felicidad en cosas triviales y sentir por un rato la vida más amena. Comerte un chocolate cuando hace frío, comprarte un par de zapatos que hacía tanto tiempo querías, salir a correr para descargar tus frustraciones, encontrarte tirado en el comedor de la casa mirando el techo blanco que se extiende como un lienzo para que lo pintes con vida, comerte una buena hamburguesa cuando estás a dieta, invitar a todos tus amigos a tu casa para ver que en realidad sin ellos no serías nada, cantar en la ducha, más alla de que desafines o inventes la letra, escribir en el colectivo, con la letra horrible y bancándote que el del al lado te lo lea por curioso, hacer pis cuando te venís aguantando hace como una hora y tomarte un té caliente cuando estás congelado. Irte de vacaciones y mirar el amanecer en la playa, correrte y tirarte con tus amigos en la arena, jugar como en las películas y de noche ponerte ebrio y disfrutar la locura de tu vida. Salir a la calle cuando la cuidad está entre despierta y dormida y sentir el fresco característico de esa hora que te hace llevar un saquito liviano y te pega en la cara el solcito y la brisa de las nueve de la mañana.
Sensación número nueve: Andar por la vida como si nada, como te levantaste, con los pelos revueltos, la mitad del pijama, sin corpiño y con las zapatillas más cómodas de todas, un buen buzo y las llaves de tu casa, nada más.
Sensación número diez: estar deseando que algo que estas esperando hace mucho, mucho, mucho, mucho, demasiado tiempo pase, hasta que pasa y NO lo podés creer pero ya es tuyo. Te regala la mejor felicidad.
Sensación número once: Pisar hojas secas en otoño y andar oliendo flores en primavera.
Sensación número doce: Poder darle un abrazo a tu mejor amiga cuando está mal o que ella venga a darte un abrazo cuando vos no podés más para sentir que el mundo tiene otro color y tenés en frente otro salvavidas.
Sensación número trece: Llegar a casa y que la comida este hecha.
Sensación número catorce: Mirar las estrellas y escuchar el ruido del mar de noche.
Sensación número quince: Estar orgulloso de tus amigos, tu familia, de algo que hiciste, de algo que te rodee, estar orgulloso de vos mismo.
Sensación número dieciseis: Leer en absoluto sielencio a la luz de un velador y nada más.
Sensación número diecisiete: Estar enamorado y pasar todas las etapas que eso implica, darle el primer beso a la persona que querés que sabes que no te vas a olvidar nunca. Acostarte en su pecho y que se acueste en el tuyo y apreciar nada más y nada menos que eso mismo, dormir la siesta y levantarte antes que él para verlo dormir. Pelearte, reconciliarte y volverte a pelar. Reírte, llorarle y que te haga reír. Encontrarte de casualidad, encontrarte a propósito, ir corriendo a abrazarlo o que te abracen sin esperarlo. Querer pasar el tiempo, no importa cuánto ni como, al lado suyo.
Sensación número dieciocho: Ser feliz.

A.D

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