23 de junio de 2010

Espejo de caramelos


La cantidad de conjugaciones en la vida que podemos hacer con cada sentimientos son incontables. Cada díada de color diferente se puede fusionar con otra paralela, adyacente u opuesta generando complementos. Cada complemento es fulgor, es complejo y sabroso, lleno de matices, entre ellos el rojo. Como las sumas de diferentes términos o las multiplicaciones sin alteración por orden de factor. Cada hoja de otoño muestra un alma perdida que cae al piso y se va, se va a otro lado, vuela, juega, llega al pasto, sigue un poco más, toca el agua, la pisa un niño, la salva un anciano o la agarrás vos. Soñás con salvar hojas de otoño que cayeron sin saber porqué, como atraídas por fuerzas de cariño, como cumpliendo leyes físicas o simplemente independizándose del montón. ¿Y vos qué sos? Sal de mar, áspera y sucia, con gusto amargo, como un carbón quemado, pero sos algo, sos eso, amargo y quemado. ¿Y yo qué soy? Princesa, soy princesa de mil palacios escondidos, caídos en guerra y amparados por los dioses de camino sin rumbo y de callejones sin salida. Sos hostil, sos hostil con esta princesa por no tener arañas en su comedor pero no te diste cuenta que los tigres del jardín valen más que las arañas. Valen más que cualquier cubierto de plata, somos princesas de palacios fantasmas. Pero tenemos el corazón y eso es lo que cuidan los hermosos tigres. No se entrega tan fácil y no lo hundimos por cualquiera. Bienvenido a la luna.

A.D

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